La historia de Eloisa y Abelardo fue un trágica historia de amor que, si bien transcurrió años atrás, siguió repitiéndose a los largo de los tiempos.
Un claro ejemplo es el de Camila O´Gorman y el sacerdote tucumano Ladislao Gutiérrez. A los 18 años, Camila conoció al padre Ladislao Gutiérrez, un sacerdote jesuita que había asistido al seminario junto con el hermano de Camila. El padre Gutiérrez había sido nombrado párroco de la familia O'Gorman, y pronto comenzó a ser invitado a la propiedad familiar de éstos. Camila y Gutiérrez comenzaron rapidamente un romance clandestino.
En 1847, Camila y el padre Gutiérrez se fugaron a caballo y se refugiaron en la provincia de Corrientes . En agosto del año 1848 su paradero fue descubierto, y fueron arrestados por un sacerdote irlandés llamado Michael Gannon. Camila negó haber sido violada y afirmó ser la iniciadora del romance y la ideóloga de la fuga. Camila O'Gorman, embarazada de 8 meses y el sacerdote Gutiérrez fueron condenados a muerte y fusilados poco tiempo después, en la mañana del 18 de agosto de 1848 en el Cuartel General de Santos Lugares de Rosas, en ese
Tanto Eloisa y Abelardo, como Camila y Ladislao, conocían las leyes, conocías las “pautas de convivencia”, sabían que nadie los apañaría ni entendería en su romance, porque su sociedad no lo permitiría. Pero concientes de ello, sabiendo que estaban poniendo todo en juego, podríamos decir que decidieron morir por un ideal, decidieron morir por el otro, por ellos mismos, por la felicidad de ambos. Si bien en el caso de Eloisa y Abelardo su condena no fue de muerte, los mataron en vida cuando los separaron.
Claramente, tanto Eloisa y Abelardo, como Camila y Ladislao vivieron por ideales, y al mismo tiempo murieron por ellos.
NELSON MANDELA SE APRESTA A VIAJAR
ResponderEliminarVIVO EN TI
Negros mis abuelos.
Negros mis padres.
Negros mis hijos.
Negros mis sueños.
Soy la noche gateando
sobre el desierto.
Soy el perdón a paso de gacela.
¿Por qué dices que he muerto?
¿Acaso no sientes
la marimba de mi sangre
aleteando en la palmera?
¿Por qué dices que he muerto?
¿Acaso no escuchas
la ovación democrática
de mis manos
jugando al balón
a golpe de lluvia?
No estoy muerto.
A menos que creas
en los noticieros
que suelen matarme
para recaudar fondos.
A menos que consumas
discursos
y
funerales.
No estoy muerto:
vivo en ti.
césarcandomendoza
Pretoria,13